Todas sus madres

Y antes de irme, una breve entrada para, finamente hablando, cagarme en la madre que parió a los profesores de universidad, que parecen una especie diferente (con muy contadas excepciones)

En dos días (ayer y y hoy) he repetido la expresión en todas sus variantes 100.000 veces, pero es que no es para menos.

Para empezar, el dichoso Don Erizo, que está llamado a ser mi pesadilla más recurrente. El hombre se ve que se ha quedado corto con lo de la pinza y ahora nos manda un banco. Por lo menos ha tenido en consideración las inclemencias del tiempo y el ridículo público y solamente nos ha mandado un banco de los que atiborran los pasillos de la ETSID, no de los del parque. Ahora sólo nos falta secuestrar un banco entre todos (entre todos, nada de mandar a un pobre pringao para que tome las medidas y luego las pase ¿eh?) y dedicarnos a medir cada una de las piezas, incluyendo las gomas de las patas. Y eso que no nos dejan desmontarlo para ver cuanto miden los tonillos.

El segundo "La-madre-que-la-parió-que-a-gusto-se-quedó" es para Mª Cristina, esa profesora puntual como ella sola, especialista en hacernos perder el tiempo. Como cabría esperar, también nos mandó un trabajo (fatal explicado) que tuvimos que hacer en grupo (en una sesión maratoniana un sábado en la Casa del Alumno) y que tendría que haber revisado para decirnos lo que estaba mal.

Una recomendación, si uno falta a clase por enfermedad y decide aplazar la entrega del trabajo, LO INDICA (que yo creo que en una semana da tiempo) y no obliga a la gente a no dormir para acabarlo (Teresa, Sara & company, ¿verdad que estáis de acuerdo?) para cuando llegan a clase decir "¡No, si es para la semana que viene!"

Más que nada, yo lo aviso por su integridad física, porque los instintos asesinos que despierta son muy malos y no se puede asegurar que su cabeza siga de una pieza hasta final de curso.

Bueno, visto lo visto, no era tan breve la entrada... Es que me ponen mala y como criticona oficial, no tengo rival.